Imaginemos: una acomodada pareja con los cincuenta y tantos más que asimilados en una exposición de arte. Contemplan cuadros de artistas del siglo XIX, de principios del XX. Cuadros de técnica cuidada, detallistas, es sorprendente de qué manera tan realista reproducían los pliegues de los tejidos.
Y luego se encuentran con eso.
Un lienzo pintado de amarillo.
Sin más.
Se sienten confundidos, se sorprenden, se indignan. Es un insulto a los sentidos. Dan media vuelta y se van. ¿A qué juegan estos pretendidos pintores modernos?
No es que yo entienda...
pero a veces me gusta que mis neuronas hagan un poco de ejercicio.
El cuadro realista me lo da todo mascado
la historia está ahí, por lo general de manera clara. Son formas reconocibles, el pintor no me hace salir de mi mundo ya establecido.
En el cuadro amarillo no. El cuadro amarillo le da la vuelta a la tortilla, a todo lo que conocemos, a toda nuestra lógica y racionalidad.
No entendemos, y nuestra reacción es ofendernos, darnos la vuelta e irnos.
¿Por qué no intentamos nunca entender?
(La foto es una reproducción mía de un cuadro totalmente amarillo, cuyo autor no recuerdo, que vi en una exposición de arte. Y quizá si no fuera por esa prototípica pareja que lo miraba a la vez que yo no me habría llamado tanto la atención. Creo que se va a convertir en mi símbolo de todo lo incomprendido. Por lo demás, el amarillo me parece un color bastante bonito...)
Y, sin venir a cuento de nada, pero porque lo he vuelto a ver hoy por casualidad y me ha hecho reír, este vídeo.
Decididamente, me encanta Friends!